Por despecho

Jodidos niños

Míralos ahí, aparentando felicidad, corriendo entre las estructuras, saltando, bajando y subiendo por el tobogán, riendo y chillando como si el puto mundo no estuviera al borde del colapso, como si la vida en general no fuera una mierda de las grandes, de las apestosas, de las que pisas y no solo te manchan el zapato sino también el calcetín.

Yo no recuerdo mi infancia. No tengo memoria de días felices jugando ni charlas con mis padres, ni excursiones ni broncas ni ir o salir de la escuela. Hay una niebla detrás de mí que avanza a medida que avanza la vida, que a cada nuevo recuerdo borra uno antiguo. Y pasado el ecuador de mi existencia, la infancia se ha borrado. ¿Fui niño alguna vez? Imagino que sí.

Jodidos padres

Míralos ahí, aparentando felicidad, haciendo ver que vigilan a sus descendienteimages (2)s cuando en realidad intentan ligar entre ellos, o hablan de cosas que suponen una banalidad insoportable, sonríen, miran el móvil como si fueran importantes sólo para chatear con amantes o para quedar y jugar a algún deporte de moda. Como si no tuvieran problemas económicos ni estuvieran a punto de separarse, como si la existencia no fuera un absurdo desproporcionado y la esencia del ser una mezquindad épica.

Y yo, ¡ja!, yo. ¿Yo? Me miran mal, se apartan disimuladamente o sin disimular cuando me acerco. O ni me miran, duele a los ojos, es reconocer que todo lo que digo sobre la vida y el mundo es cierto. Yo soy la carroña, soy la rata, soy el cáncer social. Pero tranquilos, tranquilos, todo acabará pronto. En breve dejaré de hurgar en los contenedores, de encenderme colillas de pitillo tiradas y pisoteadas, dejaré de ensuciar vuestros bancos de vuestros parques para dormir en ellos. Dejaré que busquéis cosas nuevas a despreciar y que os preguntéis entre cortejo y cortejo qué debe haber sido de ese pobre diablo que lo tenía todo y lo perdió todo… Ah, no, porqué vosotros… ¿qué coño sabéis de mí? Algunos dicen que fui rico y lo perdí en bares y en juego, otros que todo fue por un desamor, o que acabé así por locura… Felices ignorantes. Una mierda es lo que sabéis… Pero tranquilos, acabemos con esto inmediatamente, ¿por qué esperar? Tengo un jodido regalo que daros.

Me acerco a las vallas del parque, padres y madres se giran al verme llegar. Algunos van hacia los niños, deben protegerlos de toda esta inmundicia que llevo conmigo. Otros se ponen en posición defensiva, machos alfa que protegen a sus hembras que en realidad son las hembras de otros. ¿Creéis que no os veo cada tarde, cabrones? Esta sociedad es una lacra, hemos enfermado la especie. Uno esconde la cabeza en el móvil y a su hijo que sigue corriendo feliz que le den por culo, o quizá no es su hijo sino un sobrevenido.

Busco entre mis pertenencias y saco el arma. “Es el fin, hijos de puta”, les grito. Un chillido agudo, un par de carreras buscando a los críos, algunos se protegen detrás de las vallas. “Es el fin”, repito. Pero yo también fui niño, sólo que no me acuerdo. Mi despecho hacia todo, pero sobre todo hacia mí mismo, se vendrá conmigo.

Cañón en la boca, aprieto el gatillo… fundido en negro.

Texto originalmente escrito para dekrakensysirenas.com

 

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