"Morirás en Tánger", dijo. Y yo pensé que la mejor manera de evitar aquello era no ir nunca a Tánger. Pero creedme, el destino es muy cabrón.
Tres tristes tigres (Ágata)
Ágata lloraba silenciosamente. Sin comedia. Cogió una servilleta y se sonó la nariz. El maquillaje de la sombra de ojos se iba deformando lentamente, lejos de las películas románticas en las cuales la chica seguía maquillada a pesar de todo y en las cuales el hombre se mantiene duro, firme, implacable. Dedé se sentía débil.
Tres tristes tigres (Sofía)
Tenía cara de no haber dormido nada y haber bebido mucho, de ahí su caminar ondulante. Al verle, ella sonrió y, de repente, se desplomó.
Tres tristes tigres (Dedé)
Cada día, Dedé (éste era el sobrenombre con el que siempre se le había llamado en la escuela y el instituto, ya que tanto su nombre como su apellido empezaban por la misma inicial) seguía una rutina que le impedía pensar que estaba malgastando el tiempo.
24×6 (23:00 – 23:59)
Echo de menor recordar la herida que se curó olvidando. Echo de menos recordar por quien habría vuelto a morir sin dudarlo.
24×6 (22:00 – 22:59)
No olvida quien no quiere recordar, sino quien es capaz de hacerlo estando en paz consigo mismo.
24×6 (21:00 – 21:59)
Un The End sobre las olas del mar.
24×6 (20:00 – 20:59)
Me dejo caer en el suelo, no tardo en sentir que no muy lejos de mí hay sombras que acechan, o que tal vez buscan lo mismo que yo, consuelo. No tardaré en comprobar sus deseos o sus garras. Todavía no estoy solo.
24×6 (19:00 – 19:59)
Porque el caos tiene su belleza, porque atrae y excita como bien se sabe. Con el sabor de mi sangre en los labios, con la frente pegada al cristal...
Zas, patam, flish.
Sigo los pasos que me enseñaron: cierro los ojos, me mantengo en pie, respiro honda y pausadamente y busco algo en mi memoria, un anclaje. Necesito anclaje.