¡Vamos, perro, he apostado una fortuna por ti, levántate!”. Hasta ese día lo pretendía una leyenda. Resultó que no. El agente me explicó el sistema, pactado con policías, alcaides, jueces y fiscales. Apuestas altísimas. Una victoria en una eliminatoria era un año menos de condena, una derrota no era nada, tres derrotas fuera. “Necesitaré muchas victorias para que me sirva de algo”
Mes: octubre 2015
El reflejo de Ada
Cae una lluvia de aquellas que parece que no cae, que se sostiene en el aire y se desplaza horizontalmente. De las que te hace pensar que no hace falta paraguas y al poco tiempo estás calado hasta las entrañas. El espacio verde que se abre ante mí despide el hermoso color y el perfecto … Sigue leyendo El reflejo de Ada
Por las ramas
Ando perdido en el laberinto de una ciudad vacía de ideas, llena de personas invisibles con traje caro y sombrero de copa sin conejo dentro. Mi mente se difumina entre despersonalizaciones y cargos de conciencia por no haber llegado a tiempo, por pensar que todo se andaría. Tú, mientras tanto, sigues prisionera de criterios ajenos, … Sigue leyendo Por las ramas
El último tren (XI): Tengo que contarte un secreto
Miro desde el andén a la gente que hay dentro del vagón, parece que estoy viendo una película, pero no, esta vez soy yo.
El último tren (X): Invisible
No recuerdo exactamente cómo he llegado hasta aquí. Estoy confundida, desorientada y con una extraña sensación de alivio. Me dirijo a comprar un billete sin importarme cuál sea el destino. Mi voz, acostumbrada a no sonar demasiado, hace que el vendedor no me escuche y me pida que la alce. “Por favor, un billete para … Sigue leyendo El último tren (X): Invisible
El último tren (IX): La última parada, la primera
Soy hombre de costumbres, y no importa que sea el atardecer lo que me despierte: mi cuerpo necesita maldecir sin prisas y desayunar; así que preparo café y enciendo mi primer cigarro, mientras me escucho murmurar: “Si te viera tu madre, largo…"
El último tren (VIII): Leprechaun
Pues ahí estaba yo. Metro treinta y nueve de hombre, con mi pelo negro desgreñado, una incipiente barba pelirroja y las ojeras de lo que son ya más de setecientas noches sin apenas conciliar el sueño, salvo a trompicones.
El último tren (VII): Silencio
Cuando abruptamente dejó de sonreír yo también perdí mi sonrisa, se me quedó en la cara esta mueca desfigurada con el paso de los años. Las sonrisas tristes duelen en toda a cara y tienen la facultad de desangrar el corazón.
El último tren (VI): Resurrección
Por los pelos, entra un chico bastante alto al que casi se le cierran las puertas en las narices y, por fin, comenzamos el viaje. Entonces, siento la boca de Grace cerca de mi cuello y noto la calidez de su aliento...
El último tren (V): Mínimo esfuerzo
Tengo sed, así que me detengo en una terraza para tomar un refresco y terminar mi segunda cajetilla antes de subir a casa. "Me lo merezco", me digo, así que acerco una silla para dejar a mano mis cosas y me relajo. Cuando pido la cuenta, ya está oscureciendo. Miro al cielo, entre las nubes se ve una luna espléndida, debe estar en cuarto creciente.